| En Viena hay diez nuchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la manana en el museo de la escarcha. Hay un salòn con mil ventanas. Hay, ay, ay, ay! Toma este vals con la boca cerrada.
Este vals, este vals, este vals, de sì, de muerte y de conac que moja su cola en el mar.
Te quiero, te quiero, te quiero, con la butaca y el libro muerto, per el melancòlico pasillo, en el oscuro desvàn del lirio, en nuestra cama de la luna y en la danza que suena la tortuga. Hay, ay,ay, ay ! Toma este vals de quebrada cintura.
En Vienna hay cuatro espejos donde juegan tu boca y los ecos. Hay una muerte para piano que pinta de azul a los muchachos. Hay mendigos por los tejados. Hay fescas guirnaldas de llanto. Hay, ay, ay,ay ! Toma este vals que se muere en mis brasos.
Porque te quiero, te quero, amor mìo, en el desvàn donde juegan los ninos, sonando viejas luces de Hungrìa por los rumores de la tarde tibia, viendo ovejas y lirios de nieve por el silencio oscuro de tu frente. Hay, ay, ay,ay! Toma este vals del “Te quiero siempre”.
En Vienna bailaré contigo con un disfraz que tenga cabeza de rìo. Mira que orillas tengo de jacintos ! Dejaré mi boca entre tu piernas, mi alma en fotografias azucenas, y en las ondas oscuras de tu andar quiero amoro mio, amor mio, dejar, violin y sepulcro, las cintas del vals.
|